viernes, 30 de octubre de 2015

Un Dia Cualquiera y no Pregunté

No pregunté.  Al lado mío, sentada estaba la misma señora elegante que del carro se había bajado al lado del mío.  Gafas oscuras, alta, bien alta, y con chaqueta azul oscuro, tacos altos y buena compostura.  Acompañada estaba y calmadas andaban cuando al elevador conmigo entraban.  Nada delató preocupación, ni tristeza, caminaban a buen paso y hasta con un poco de delicadeza.

Policías entraron a la sala de emergencia, uniformados con libretas, radios y armas en el lado.  Detrás una joven vestida muy elegante, aunque con una blusa muy transparente para lo que creo que era... la fiscal de turno.  Mas policías, pero vestidos con camiseta y otro con una polo que le quedaba prensada, casi pintada en su cuerpo bien ejercitado.

A mi lado lloraba desconsolada la que hace poco caminaba a mi lado y no pregunté.  Yo llegué a la misma sala de emergencias donde estaba esa jovial anciana de ojos azules y piel marchitada.  Sonreída porque tenia vida, pero algo le sucedía si estaba ahi, en pijamas, en la sala de espera.

Una mamá que parecía quinceañera con una bebé todavía en su “car seat” y detrás un joven que tal vez tenia dieciséis.  ¿Hermanos los tres?  Y otra joven, quizás de treinta y tres, aclara la duda al decirle al nene “mijo vete pa la escuela, que yo me quedo con mi hija en lo que atienden a tu bebe.  Anda eres mejor marido si terminas alguna día de estudiar aunque sea la superior.  Vete, que te cuide Dios”.

Un día cualquiera en cualquier hospital en cualquier lugar.  Penas y sufrimiento y yo en el medio agradecido que todavía están vivos y muy saludables mi Mamá y mi Papá, que mis suegros son super, que mi esposa está bien (y menos neura en el am) y mis hijos siempre conmigo con excelentes notas (de escuela mal pensado...) y con buenos modales aunque a veces dejan los cuartos y el baño medio regados....  Esta semana cumplí mis 50 años y estoy agradecido de donde estoy y para donde voy.

Y no pregunté porque llora.  Eso todos en la sala sabíamos que era porque su vida en un instante, con una noticia, cambio para siempre.  Y yo con un taco en la garganta y el corazón agobiado, pero agradecido, muy agradecido, de que mi mundo no es perfecto, pero tengo tanto que dar, que me lleno de alegria que las nubes y las estrellas veo y hasta las quiero tocar.

Un día, tu Vida cambiará para siempre, por algo.  Asegúrate de dar gracias hoy por este día y lo poco o mucho que tienes.  No esperes al famoso “algun día”.


Miguelo 

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